2. Reducción del valor
Desde principios de 2022, el valor de los activos inmobiliarios ha caído en casi todos los principales mercados mundiales debido a los elevados tipos de interés y a la moderación del crecimiento económico. Como ejemplo, en EE.UU., los datos de Green Street muestran que los precios de los inmuebles comerciales en los mercados privados alcanzaron su máximo en marzo de 2022 y desde entonces han caído un 21% de media hasta agosto de este año, con variaciones según el tipo de propiedad. En los mercados europeos se ha observado una corrección de magnitud similar, con un cambio ligeramente menor en la región Asia-Pacífico (debido a la estabilidad de los tipos de interés en Japón durante este periodo). Para quienes invierten hoy día en deuda inmobiliaria, esto significa que los nuevos préstamos "vintage" se establecerán en función de valores de garantía inferiores a los valores máximos de principios de 2022, lo que puede dar lugar a un menor riesgo dentro de la estructura de capital.
3. Regulación bancaria más estricta
La propuesta de intensificar los requisitos de capital bancario podría provocar una disminución de la actividad crediticia de los bancos, dejando un vacío que llenarían los prestamistas no bancarios. Tradicionalmente, los bancos han sido los principales proveedores de crédito inmobiliario comercial a nivel mundial, ya que suelen conceder aproximadamente el 50% del crédito CRE en EE.UU., el 60% en Reino Unido y más del 80% en Europa y Australia1.
Todo ello, unido a la posibilidad de obtener rentabilidades superiores a los niveles posteriores a la CFG a un valor reducido, está despertando el interés por la inversión en crédito inmobiliario privado. Además, podrían aparecer más oportunidades a medida que la aplicación de las regulaciones bancarias propuestas actualmente frenen la actividad crediticia de los bancos en el sector inmobiliario comercial, lo que dejaría un vacío que llenarían prestamistas alternativos.