Alargando la vida
El ingenio humano le está ganando terreno a la Parca, y esto trae consigo una nueva serie de retos para nuestra especie.
La tecnología está acelerando la curva de aprendizaje. A medida que la inteligencia artificial evoluciona, ¿hasta dónde puede llegar?
Podemos pensar en la revolución de la inteligencia artificial (IA) de dos maneras diferentes, casi como dos universos paralelos. En uno de ellos, las máquinas apoyan y complementan a los humanos; podríamos decir que es la versión Star Trek. En el otro, el acceso a la tecnología ha creado una barrera infranqueable entre poseedores y desposeídos, más parecido a la película distópica Elysium.
Lo cierto es que la tecnología nos está acercando a un futuro automatizado, sea el que sea. La IA empezó reemplazando a trabajadores poco cualificados de centros de llamadas con torpes bots, pero se está volviendo más sofisticada.
Por ejemplo, pensemos en el campo de la medicina. Llegar a ser especialista en diagnóstico lleva años de formación, y a menudo es un proceso arduo y laborioso. Además, en muchas áreas, la demanda de estos conocimientos supera a la oferta, lo que pone al sistema sanitario bajo presión. Pero cuando la información diagnóstica se digitaliza, las máquinas pueden intervenir para aligerar la carga. "La IA se está utilizando para ayudar a resolver problemas sociales complejos, como el cambio climático, la asistencia sanitaria y la pobreza alimentaria", afirma Robert Troy, ministro de promoción comercial y regulación digital y empresarial de Irlanda. La ventaja de los algoritmos es que pueden extraer conclusiones de los datos en una fracción de segundo. Y, a diferencia de los conocimientos de un experto de carne y hueso, los obtenidos mediante aprendizaje automático pueden reproducirse de manera potencialmente infinita.
Robert Troy, Ireland’s minister for trade promotion, digital and company regulationLa IA se está utilizando para ayudar a resolver problemas sociales complejos, como el cambio climático, la asistencia sanitaria y la pobreza alimentaria
Robert Troy es optimista sobre la capacidad de la IA para transformar la sociedad a gran escala. "A nivel global, se calcula que la aplicación de la IA podría doblar el crecimiento económico en 2035", declara. Según las estimaciones de un estudio, la IA podría aportar hasta 15,7 billones de dólares en todo el mundo en 2030, más que China e India juntas en la actualidad.1
Kevin Roose, autor de Futureproof: 9 reglas para los humanos en la era de la automatización, hace hincapié en las maneras en las que la IA está cambiando el trabajo, como "el desplazamiento de mano de obra en el que solemos pensar cuando pensamos en la automatización", pero afirma que esto está ocurriendo en más sectores de los que solía, llegando incluso a las oficinas. El uso de la IA para reemplazar funciones directivas es menos conocido: "Ahora hay todo un sector de software de vigilancia y seguimiento del rendimiento de los trabajadores, que en algunos casos toma decisiones automáticas sobre contrataciones y despidos". En total, esto podría contribuir al reemplazo del 47% de los puestos actuales en 2034.2
¿Qué significa esto para el trabajo tal y como solíamos entenderlo? Hace dos siglos, los luditas ingleses destruyeron las máquinas emergentes de la primera revolución industrial para combatir lo que percibían como una sustitución del trabajo manual. ¿Se están convirtiendo los trabajadores humanos en cosa del pasado?
En realidad no, dice Troy, ya que "gran parte de la disrupción causada por la IA dará lugar a cambios en los puestos, las tareas y la distribución del trabajo". Por ejemplo, su médico no será necesariamente reemplazado por un robot. "Los sistemas basados en la IA mejorarán el trabajo de los médicos, y es improbable que reemplacen la relación tradicional entre médico y paciente", según un estudio reciente publicado en PeerJ.
Marcus du Sautoy, profesor de Oxford Simonyi para la divulgación de la ciencia, está de acuerdo con Troy: "vamos a ver cómo la IA se hace con un número creciente de trabajos cualificados, pero como siempre ocurre en estas revoluciones, aparecerán trabajos nuevos".
Las capacidades de las máquinas pueden mejorar la humanidad, en lugar de limitarla. El profesor du Sautoy cita como ejemplo al curador de datos, que es "casi un nuevo tipo de artista". "Los algoritmos aprenden a partir de datos", afirma. "Si les da unos datos, irán en una dirección, pero si les da otros datos, irán en otra". La voluntad humana sigue teniendo un papel central para entender este proceso y manipularlo para que haga lo que queremos, y esta es una habilidad nueva y muy humana. Así que, aunque la IA puede imitar estilos artísticos, desde la poesía hasta la pintura, funciona principalmente como asistente, en lugar de reemplazar al genio humano. El espíritu en la máquina aún no se ha convertido en la máquina.
Marcus du Sautoy, Simonyi Professor for the Public Understanding of Science, University of OxfordCreíamos que lo único que nos quedaría sería escribir las sinfonías y las novelas, y ahora resulta que la IA también va a ser capaz de hacerlo
Según el profesor du Sautoy, "creíamos que lo único que nos quedaría sería escribir las sinfonías y las novelas, y ahora resulta que la IA también va a ser capaz de hacerlo". Cree que esto tiene un lado positivo, ya que el imperativo de la creatividad puede ser aterrador. Dar el salto a la escritura o la pintura tiene una barrera de entrada elevada. "El poder de estas herramientas para democratizar algo que antes era una actividad elitista es muy emocionante", añade. La IA acaba con el miedo a la página en blanco; es una idea interesante.
Kevin Roose predice el auge de una economía de dos niveles: la economía de las máquinas y la economía humana. Los productos de la primera serán muy baratos. "La IA permitirá a los directores de estas empresas eliminar todas las ineficiencias y los desperdicios", dice.
A la inversa, la economía humana consistirá en personas que, más que hacer cosas y ofrecer servicios, crearán sentimientos y experiencias, por ejemplo, los profesionales sanitarios, los profesores y los artistas. ¿Y por qué detenerse ahí? Incluso personas a las que no consideraríamos irreemplazables, como los camareros y los auxiliares de vuelo, encajan en esta economía, ya que su labor es hacer que las personas se sientan cómodas. El toque humano es lo importante.
Roose cree que cada vez veremos a más grandes compañías tecnológicas crear versiones de sus servicios con más contacto humano: por ejemplo, una versión de lujo de Netflix en la que expertos en cine escogen películas para usted. "Estas empresas tendrán niveles adicionales en los que los usuarios pagarán por añadir interacción humana al nivel básico". Según sus predicciones, habrá una nueva generación de empresas que ofrecerán conexión humana a gran escala sin deshumanizarla.
¿Significa esto que los gigantes de la tecnología lo dominarán todo? El profesor du Sautoy cree que no, pero que será necesario hacer cambios para garantizar un mercado abierto. "No es necesario ser una empresa enorme para analizar estos datos", dice. "Se trata de tener algoritmos de búsqueda de datos inteligentes que permitan que los actores más pequeños puedan participar".
Sin embargo, advierte de que "si no tiene acceso a los datos, francamente, tiene un problema". Ya hay ejemplos de ello con los datos de código abierto, por ejemplo, en la normativa bancaria que obliga a los grandes bancos a compartir la información financiera de sus clientes. Esto ha permitido que las empresas disruptoras en tecnología bancaria, como los challenger banks ingleses Starling y Monzo (actualmente valorados en más de 1000 millones de libras cada uno), puedan entrar en el sector.
Por supuesto, aquí entran en juego fuertes intereses particulares. Pero eso también ocurre con los servicios financieros "tradicionales", y aun así se abrió el acceso al sector. ¿Podría pasar lo mismo con la IA?
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