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El dilema de la desacumulación
Está comunicación de marketing se dirige únicamente a Clientes Profesionales en España. Los inversores deben leer la documentación legal antes de invertir.
Muchos de los inversores españoles –todos en el caso que se hayan incorporado al mercado en la última década- se enfrentan ahora a un escenario desconocido para ellos. En los últimos 10 años solo han conocido un mercado alcista prolongado y generalizado (con algunos sustos), tipos de interés muy bajos o incluso negativos y una inflación prácticamente inexistente. La última vez que vivieron una subida de tipos fue en 2011 y duró muy poco, apenas unos meses.
¿Qué significa esto para los inversores y para sus asesores financieros? Pues un cambio radical en sus necesidades y hábitos de inversión. Para ayudarles hemos identificado tres mensajes clave que todos deberían conocer. ¡Vamos con ellos!
Aunque el 59% de los inversores¹ tiene como primer objetivo del ahorro la jubilación (es decir, una meta a muy largo plazo para muchos), son reacios a invertir sus ahorros por temor a perderlos.
En este entorno, es importante que los inversores entiendan los potenciales riesgos de tener demasiado dinero en el banco. Es verdad que los depósitos de efectivo son líquidos, seguros y no se ven afectados por la volatilidad del mercado de valores, pero desde luego, su valor no está libre del riesgo de la inflación.
En un artículo escrito a finales del verano pasado, alegamos que ya hace mucho tiempo que el Rey Efectivo perdió su corona, citando los bajos tipos de interés y el entorno inflacionario como las razones principales de esta pérdida de valor. En ese momento, la presión inflacionaria estaba aumentando, pero todavía empleábamos la palabra “transitoria” como coletilla.
En general, los puntos de vista de los políticos eran menos restrictivos, y el público observaba los datos de inflación anual con más interés que preocupación. Desde entonces, la subida se ha intensificado.
En enero, la inflación de la eurozona alcanzó el 5,1% – el nivel más alto desde la introducción del euro en 1999 (Gráfico 1)², mientras que en España los precios subieron hasta un 7,4% interanual al cierre de febrero³. La subida de los precios de la energía, los problemas de la cadena de suministro, los costes del transporte y la escasez de mano de obra siguen haciendo subir los precios, mientras erosionan el valor del dinero en el banco.
Actualmente, los tipos de interés no ofrecen nada en absoluto en compensación. El BCE todavía no ha revisado los tipos, a pesar de la presión para endurecer la política monetaria. Si bien es cierto que su presidenta, Christine Lagarde, no descartó en febrero una posible subida de tipos en 2022, lo cierto es que también aseguró que no se precipitaría en la retirada de estímulos⁴, lo que sugeriría que el precio oficial del dinero se mantendrá bajo durante algún tiempo.
Desde entonces, han llegado nuevos factores al tablero de juego. El más importante ha sido la agresión de Rusia a Ucrania y la consecuente adopción de sanciones económicas contra Rusia. Una de las consecuencias que puede producirse es un incremento de la inflación por el impacto del precio de la energía. Las estimaciones del equipo de renta fija de Invesco en Henley (febrero de 2022) señalan que un 10% de incremento del precio del petróleo supone un incremento del 0,3% del IPC de Europa. De acuerdo con el equipo, si el gas sube un 40% el aumento del Índice de Precios de Consumo (IPC) sería del 1%.
Desde hace bastante tiempo, el ahorrador europeo ha estado dolorosamente familiarizado con el efecto corrosivo que puede tener la inflación cuando los tipos de interés son bajos. Durante el período de diez años hasta el 31 de enero de 2022, solo hubo catorce meses de un total de ciento veinte en los que los tipos de interés superaron a la tasa mensual de inflación. En otras palabras, los ahorradores perdieron dinero (en términos reales) en 106 de los últimos 120 meses⁵.
Es importante que los inversores tengan efectivo suficiente ahorrado para objetivos a corto plazo y emergencias, bien sea para la entrada de una casa o para arreglar el coche. Pero si quieren enfrentarse al riesgo de inflación (asumiendo el riesgo de la inversión) e intentar reducir el coste de oportunidad, puede que les interese trasladar parte de sus ahorros a activos de riesgo.
Históricamente⁶, las inversiones en renta variable y renta fija han batido de forma significativa al efectivo a largo plazo, ofreciendo una alternativa atractiva para los ahorradores con un mayor apetito por el riesgo y que buscaban oportunidades de rentas y de crecimiento de capital.
Tomemos el índice estadounidense S&P500. Su rentabilidad media anual a lo largo del siglo pasado ha sido aproximadamente del 10-11 por ciento. Ajustada a la inflación, esta cifra sigue siendo equivalente a un 7 por ciento⁵. El gráfico 2 muestra la rentabilidad de varias clases de activos a lo largo del tiempo, ilustrando el coste de oportunidad asociado con tener demasiado dinero en efectivo.
En la medida en que la jubilación es un objetivo a largo plazo y los inversores suelen tener un flujo de ingresos constante de sus empleadores, pensamos que muchos inversores podrían tener interés en asumir un pequeño cierto riesgo a cambio de intentar obtener una rentabilidad adicional.
Cuando se les pide que expliquen por qué han evitado invertir hasta ahora, casi tres cuartas partes de las mujeres que no invierten y aproximadamente el 67 por cien de los hombres que no invierten afirman que se debe a que no quieren arriesgar su dinero¹.
Sin embargo, pensamos que los inversores pueden mejorar su perfil de riesgo-rentabilidad mediante tres sencillos pasos:
La volatilidad a corto plazo a menudo palidece y se hace relativamente insignificante cuando se considera en el contexto de un horizonte de inversión a largo plazo. Al combinar esto con la habilidad de un asesor financiero y diversificar sus inversiones para evitar la exposición excesiva a un tipo de activo en particular, es posible que los inversores puedan alejarse aún más del ámbito de las conjeturas.
De hecho, los gestores activos intentan optimizar las características de riesgo-rendimiento de sus carteras invirtiendo selectivamente en las oportunidades que creen más atractivas, mientras evitan partes del mercado que podrían actuar como un lastre para el rendimiento.
5. Evitar la precaución imprudente
La intolerancia al riesgo o la incapacidad para soportar pérdidas es una razón sensata para evitar los activos de riesgo. Sin embargo, los ahorradores deben evaluar si es el miedo o la razón lo que los frena.
En un contexto en el que la rentabilidad real de la liquidez es constantemente negativa puede que considerar los activos de riesgo sea una decisión prudente, ayudándoles a cumplir con sus objetivos de renta a lo largo de su horizonte de inversión.
¹ Fuente: Encuesta de Invesco a asesores financieros e inversores, 2021
² Fuente: Bloomberg, Eurostat, a 31 de enero de 2022
³ Fuente: Instituto Nacional de Estadística, a 28 de febrero de 2022
⁴ Reunión del BCE, febrero de 2022
⁵ Fuente: Bloomberg, a 31 de enero de 2022
El valor de las inversiones y las rentas fluctuarán (esto puede ser en parte el resultado de las variaciones del tipo de cambio) y es posible que los inversores no recuperen la totalidad del importe invertido.
Esta comunicación de marketing se dirige a clientes profesionales en España. Los inversores deben leer los documentos legales antes de invertir.
Datos a 28.02.2022, salvo mención expresa.
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