
Gestión activa de inversiones con un enfoque sistemático y probado
Descubre qué podrías conseguir con un enfoque sistemático de gestión activa y el papel que podría tener en tu cartera un ETF activo de renta variable.
En nuestra opinión, la percepción de quienes invierten acerca de la renta variable europea está condicionada por la experiencia de hace 15 años, cuando el crecimiento era limitado.
Nos centramos en empresas que están cambiando a mejor, creemos que se adaptan bien a este complejo entorno de inversión.
Consideramos que lo peor ya ha pasado, como lo demuestra el hecho de que los inventarios manufactureros hayan tocado fondo y la solidez de los balances de las empresas.
La inversión en renta variable europea tras la crisis financiera mundial (CFG) ha sido especialmente difícil y se ha visto frenada por la escasa rentabilidad y los frecuentes periodos de inestabilidad política. De ahí la pregunta: ¿por qué interesarse por esta clase de activos?
El pesimismo asociado a la renta variable europea ha dado lugar a valoraciones muy bajas y esto supone un buen punto de partida. Los precedentes sugieren que solo se necesita un pequeño cambio positivo en las expectativas para que se pueda producir una subida del precio de las acciones.
La pregunta clave es qué podría impulsar ese cambio de expectativas para ayudar a corregir el actual descuento de valoración del mercado europeo de renta variable respecto a otros mercados regionales de renta variable y renta fija.
En nuestra opinión, la percepción de quienes invierten acerca de los mercados europeos de renta variable viene determinada en gran medida por la experiencia de los últimos 15 años, en los que el crecimiento ha sido limitado. Sin embargo, cabe señalar que el 70% de este fenómeno se debió a la reducción de los beneficios de un solo sector, el bancario.
Tras la CFG, los bancos se vieron sometidos a una importante presión regulatoria para reforzar sus balances, lo que hicieron aumentando el capital mediante emisiones de derechos, diluyendo técnicamente los beneficios por acción.
El efecto en cadena del desapalancamiento necesario del sistema bancario hizo que los bancos no pudieran conceder préstamos a las empresas y apoyar el crecimiento.
En la actualidad, el panorama es muy diferente. Los bancos están muy bien capitalizados, lo que permite que repartan cuantiosos dividendos y lleven a cabo importantes recompras de acciones. Además, están en condiciones de conceder préstamos y apoyar el crecimiento en toda Europa.
Se trata de una historia totalmente distinta a la de la pasada década, no solo para el sector bancario, que debería obtener beneficios en lugar de pérdidas, sino también para la región en general y para la renta variable en su conjunto.
También hay otros indicios de que hemos dejado atrás el bajo crecimiento, la baja inflación y los tipos prácticamente nulos de la época posterior a la CFG. La COVID desató el estímulo fiscal, que contrasta claramente con la época de austeridad posterior a 2008.
Es probable que tanto la política monetaria como la fiscal sean mucho más equilibradas en el futuro. Europa necesita seguir invirtiendo en digitalización, descarbonización y deslocalización para mantener su competitividad en una economía mundial en constante cambio, y cuenta con el apoyo del Fondo Europeo de Recuperación.
La defensa también seguirá siendo un punto clave. Todos estos factores deberían ser beneficiosos para el crecimiento, que a su vez contribuirá a sostener la inflación y, por tanto, hará que los tipos de interés se moderen (e, incluso, que se normalicen), dando lugar a un contexto favorable para la selección de valores por fundamentales. Será un régimen completamente distinto al de los últimos 15 años y, por tanto, nuevo para la mayoría de quienes invierten.
Los mercados europeos de renta variable están experimentando actualmente la incertidumbre y los vaivenes que suelen acompañar a la transición de un régimen a otro. Aunque confiamos en que las perspectivas a largo plazo para Europa se vean respaldadas por mejoras estructurales, a más corto plazo hay que afrontar ciertos retos cíclicos.
Este año el crecimiento del PIB ha sido razonable, pero el impulso económico se ha ralentizado recientemente. Quizás esto no sea sorprendente, dada la "crisis del coste de vida" y la "recesión manufacturera", que han supuesto importantes obstáculos que superar.
Sin embargo, creemos que lo peor ya ha pasado, como demuestra el hecho de que los inventarios hayan tocado fondo en gran parte del sector manufacturero, la solidez de los balances de las empresas y, a nivel del consumo, el alto nivel de ahorro de los hogares y el crecimiento del salario real.
A medida que se recupere la confianza, esperamos que repunte la actividad económica. También conviene recordar que la eurozona es una de las regiones más sensibles a los tipos, con 50 puntos básicos de recortes ya aplicados y más previstos en el futuro. El estímulo en China también debería ayudar, ya que apoyaría a la industria manufacturera. Así pues, esperamos que vengan días mejores, aunque llegar a ellos puede que no sea inmediato.
Como todo esto sugiere, el panorama de la renta variable europea no parece tan sencillo: hay matices tanto a nivel sectorial como bursátil y quienes invierten no deben confiar en un simple enfoque growth, value o de cualquier otro único factor.
Además, debemos ser conscientes de que los retos cíclicos a corto plazo se difuminan frente a las perspectivas positivas a largo plazo. Creemos que nuestra filosofía de selección de valores basada en los fundamentales y la experiencia, y centrada en la transición hacia la calidad, es decir, en empresas que están cambiando a mejor, se adapta muy bien a este entorno de inversión cada vez más complejo.
De esta forma, nuestras estrategias se benefician del equilibrio y la diversificación en todas las carteras. Aparte de los bancos, de los que ya hemos hablado en detalle, hay muchas otras oportunidades con valoraciones atractivas que están en condiciones de ver crecer sus beneficios.
En los sectores aeroespacial y de defensa, hay empresas que deberían beneficiarse directamente del aumento del gasto público.& En el sector energético, encontramos empresas en las que un enfoque cada vez más disciplinado del capital está generando atractivos dividendos y recompras de acciones.
También hay compañías eléctricas que están aprovechando la necesidad de una mayor electrificación y mejores redes. Además, las renovables se beneficiarán posiblemente de la descarbonización y del crecimiento estructural que conlleva.
Europa cuenta con algunas de las principales empresas tecnológicas en el segmento de los semiconductores, que desempeñarán un papel clave en todos los temas seculares ya mencionados. Y, por último, señalar en particular el sector farmacéutico, que ofrece un posicionamiento más defensivo para esos periodos de aversión al riesgo en los que, en nuestra opinión, los mercados suelen pasar por alto el potencial alcista de la I+D.
Es evidente que hay muchas oportunidades atractivas en los mercados de renta variable europeos, donde existe la posibilidad tanto de ventajas estructurales como de mejoras idiosincrásicas de rentabilidad.
Un entorno de tipos de interés más normalizados, similar al anterior a la CFG, permitirá a quienes invierten principalmente mediante la selección de valores por fundamentales, como nosotros, aprovechar estas oportunidades y conseguir una rentabilidad potencialmente superior.
Todas nuestras carteras de renta variable europea se gestionan de forma activa y todas las decisiones de inversión se basan en valoraciones interesantes. Nuestra filosofía consiste en identificar empresas cuyas valoraciones no reflejen sus perspectivas de futuro.
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