Los retos de regular los activos digitales
El reto real a la hora de regular los activos digitales se resume al hecho de que estos se esfuerzan por carecer de fronteras y por ser descentralizados. Estas dos características hacen muy difícil que las normativas tradicionales se adhieran a estas nuevas tecnologías.
Las criptomonedas carecen de fronteras porque no las ha emitido ningún gobierno ni ninguna autoridad central. En cambio, se han emitido sobre un blockchain público con nodos que se extienden por diferentes continentes, lo que les hace realmente globales. Son diferentes de las monedas fiduciarias emitidas por los gobiernos, las cuales, en la mayor parte de los casos, son emitidas por una entidad central y solo se usan dentro de las fronteras de una determinada jurisdicción.
Además, la gente solo necesita una conexión a internet para tener acceso a las criptomonedas. Personas que se encuentran en lados opuestos del planeta pueden participar fácilmente en la transferencia de valor porque las fronteras no frenan a las criptomonedas y son accesibles para casi cualquier persona. Tratar de regular las criptomonedas en un determinado país podría ser difícil si los desarrolladores de proyecto viven en un país diferentes y las empresas que están detrás de esos proyectos se han dado de alta en otros lugares. En algunos casos, los desarrolladores que se encuentras tras algunas criptomonedas son anónimos, lo que hace todavía más difícil que los reguladores apliquen normativas para controlar mejor a las criptomonedas y a sus proyectos.
De hecho, un verdadero activo digital es descentralizado, porque no cuenta con ninguna autoridad central. Las normas se encuentran escritas en código y no pueden cambiarse. Por lo tanto, como podemos imaginar, regular el código es difícil. El código es como un lenguaje y, por ello, muchas jurisdicciones no tienen facultades legales en marcha para regularlo adecuadamente. Por este motivo, los reguladores se centran en los exchanges centralizados de criptomonedas, porque son empresas inscritas en una jurisdicción en concreto. Tampoco es fácil hacer que cumplan con los requisitos de conocimiento del cliente (KYC), con los de la prevención del blanqueo de capitales (AML) y con los de la lucha contra el terrorismo (CFT), es su tarea confeccionar una normativa que sea armonizada entre ellos. Después de todo, los productos financieros que ofrecen, como los derivados sobre criptomonedas y los préstamos son muy similares a los de los instrumentos financieros tradicionales y, por ello, están sujetos al cumplimiento normativo.
Dado que diferentes reguladores nacionales deben regular una tecnología que es internacional por naturaleza, hay una gran incertidumbre sobre cómo controlar las criptomonedas a escala global. Sin embargo, algunos organismos reguladores como el Grupo de Acción Financiera (GAFI), el G20, el Comité de Basilea sobre Supervisión Bancaria (BCBS) tratan de proponer una normativa global para temas como la prevención del lavado de dinero, las stablecoins y los requisitos de capital bancario.
La importancia de una normativa adecuada
La industria de las criptomonedas puede beneficiarse significativamente de las normativas creadas con unos objetivos adecuados. Esto se debe a que una normativa adecuada implica certidumbre legal y riesgo reducido, y de esa manera se impulsa la institucionalización de las criptomonedas. Un marco regulatorio que adopta las mejores prácticas en lo que se refiere a gestión de riesgos aumenta la confianza tanto por parte de inversores particulares como de inversores institucionales. Por otra parte, las normativas fragmentadas y confusas que no vienen guiadas por estándares globales conseguirán hacer poco para eliminar la actual incertidumbre normativa en ese ámbito.
Por ello, las grandes economías como EE. UU. y Europa están interesadas en regular adecuadamente las criptomonedas. Esto evitará que las empresas se vayan a territorios off-shore donde los reguladores tradicionales cuentan con poca o ninguna capacidad de supervisión sobre las compañías de criptomonedas. Probablemente esto fue lo que ocurrió con FTX. La falta de claridad normativa provocó que ese exchange de criptomonedas no pudiera hacer la mayoría de las cosas que quería hacer en EE. UU., y por ello se dirigió a Bahamas, donde se encontraba la mayor parte de este negocio. Además, una legislación adecuada dotaría a estas economías de un cierto grado de control sobre el sector de las criptomonedas.
Una regulación adecuada significa también la capacidad de los reguladores para distinguir los protocolos de activos digitales y los actores que se encuentran plenamente descentralizados de aquellos que simplemente están haciendo un “teatro de descentralización”. Estos son protocolos descentralizados con aspectos de centralización tales como que una sola persona o pocas personas tienen la “llave de la administración” o la asignación de un gran número de tokens administrativos a un pequeño grupo de personas. Estos aspectos de centralización pasan a ser potenciales puntos de fallo que podrían tener consecuencias devastadoras. Como consecuencia, dichos protocolos deben ser regulados como se regula a los actores centralizados tradicionales.
En el lado opuesto, los reguladores también necesitan reconocer protocolos que ofrezcan una descentralización real. Aunque, de hecho, por naturaleza, podría haber pocos, los auténticos deberían identificarse para abordarlos adecuadamente. En este caso, se necesitaría una nueva normativa o la normativa directa podría llegar a ser innecesaria, pues la tecnología transparente ya hace todo lo relativo a la normativa, o al menos esto podría ser el caso de los protocolos de finanzas realmente descentralizadas (DeFi). En cierto modo, los protocolos verdaderamente descentralizados son como el TCP/IP u otros protocolos nativos de internet. Regularlos no tiene ningún sentido.
¿Hacia dónde va la normativa?
Regular la industria de las criptomonedas es algo inevitable. Esta normativa está llegando, y no es algo malo si se hace de manera cuidadosa. Como se ha indicado anteriormente, puede acelerar la adopción de criptomonedas por parte de inversores institucionales y proteger a los inversores minoristas. Sin embargo, los reguladores deben asegurarse de que las normas que crean no coarten la innovación.
Las grandes partes interesadas en el sector de las criptomonedas también están pidiendo una normativa por sí mismas, lo cual es algo bueno y grande. Por ejemplo, en una conferencia reciente del G20 en Bali, el consejero delegado de Binance, Changpeng Zhao “CZ” dijo que la normativa era necesaria. No obstante, añadió que esto debería hacerse de manera adecuada y estable. Su postura indica que el ámbito se encuentra abierto a normativas sólidas y justas que tratan de resolver retos como los riesgos para el consumidor o la protección frente a actividades criminales. Aspectos como la prueba de reservas que ofrecen los exchanges de criptomonedas como Binance or BitMex son un primer paso en la colaboración con auditores y reguladores.